En España, ocho de los nueve apellidos más comunes acaban con el sufijo -ez.
García es el más común, con más de 1.4 millones de personas que se apellidan así, seguido de Rodríguez, González, Fernández, López, Martínez, Sánchez, Pérez y Gómez.
Los apellidos sirven para diferenciar a las personas unas de otras y tienen su origen en la Edad Media, cuando las clases altas empezaron a usarlos. A partir del siglo XIII comenzaron a utilizarse los apellidos acabados en -ez, que significan ‘hijo de’. Hasta ese momento, los apellidos podían deberse al origen, a alguna característica física o bien a la profesión.
Posteriormente los apellidos pasaron a ser hereditarios, identificando así a los familiares. Con el paso de los siglos los apellidos acabados en -ez se han convertido en mayoritarios en España. Así pues, Rodríguez, significa hijo de Rodrigo, del mismo modo que González sería hijo de Gonzalo y Fernández, hijo de Fernando.
El fenómeno no es único
En otras lenguas como el inglés o danés el apellido también se forma usando sufijos, «son» (Jackson) o «sen» (Andersen), respectivamente, que en ambos casos significa literalmente «hijo».
El apellido surgió por una necesidad práctica: poder diferenciar a una persona de otra.
Si en un poblado había dos José, entonces se agregaba a continuación su profesión (Zapatero, Herrero), su lugar origen (Navarro, Trujillo) o alguna característica física o de personalidad (Calvo, Bueno), por citar algunos ejemplos.
A partir del siglo XIII, el recurso más extendido en lo que hoy es España fue dar el nombre propio seguido del paterno, sumándole el sufijo «ez».
Es decir que José Fernández era el hijo de Fernando, Rodríguez el de Rodrigo y Sánchez el de Sancho. Lo extraño es que, en español, «ez» por sí sólo no quiere decir nada.
Opiniones de los investigadores
Algunos investigadores lo han atribuido a una supervivencia del genitivo latino en ‘is’, con valor de posesión o pertenencia»
En cambio, continúan, «otros opinan que se trata más bien de un sufijo de origen prerromano».
Así como en español se usa «ez» y sus variantes (por ejemplo, Martines o Muñoz), en portugués tienen sus propios apellidos patronímicos terminados en «es».
También hay quienes consideran que este sufijo es un préstamo del vascuence que se extendió desde el reino de Navarra, al norte de España.
El uso del patronímico ‘ez’ ya estaba extendido en Navarra en los siglos VIII y IX. De hecho, García Íñiguez era el nombre del rey de Navarra que, en el año 851 u 852 sucedió a su padre, llamado Íñigo» y es tan popular y sencilla la fórmula, que empieza a expandirse por toda la península.
Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística de España, ocho de los diez apellidos más frecuentes del país son patronímicos terminados en «ez».
Debido a la función original de los apellidos, un hombre llamado Hernando Álvarez, es decir, Hernando el hijo de Álvaro, podía tener un hijo que se apellidara Hernández, como su progenitor.
Pero también podía elegir Álvarez, en honor al abuelo, Bosque porque vivía al lado de una zona poblada de árboles o Rubio por su color de pelo.
Las posibilidades eran tantas como permitiera la imaginación e incluso los hermanos podían tener apellidos diferentes.
Recién sobre el siglo XV los apellidos comenzaron a heredarse y, por lo tanto, a identificar familias, despojados de cualquier toque personal.
Pero fue en el XIV que se impuso como una norma regulada por el Estado español.
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