Concibió y llevó a cabo un amplio programa cultural que supuso la aclimatación de un campo extraordinariamente vasto y complejo de saberes en castellano. Además, constituye uno de los pilares de la tradición intelectual española.

 

Alfonso X (1221-1284) heredó unidos los reinos de León y Castilla y pretendía recobrar la forma y el esplendor del poder visigodo desaparecido a comienzos del siglo VIII. Este magno proyecto  nacía con el objetivo de la difusión de los textos y su aprovechamiento por parte de los súbditos. Sus pilares eran la ciencia (incluyendo astronomía, astrología y magia) y el derecho. incorporándose después la historia y la poesía. Es por ello que la lengua fundamental en dicho programa fue el romance castellano, algo encaminado también a dotar de una identidad textual a sus destinatarios.  Alfonso aspiró no sólo a lograr una recepción inmediata, sino también a proporcionar un legado cultural para su propio reino.  En este sentido no cabe duda de que logró su objetivo, pues su obra constituye la base lingüística e intelectual de la cultura en castellano. 

 

La producción cultural de Alfonso X

La producción cultural de Alfonso X puede agruparse en torno a varios bloques: obras científicas y paracientíficas, obras doctrinales y didácticas, obras legales, historiografía y poesía. En general, tiene una eminente vocación práctica y constituye, en su conjunto, un magnífico elogio del saber, como una condición liberadora, que puede llevar al hombre a coronar con éxito todas sus iniciativas. Se encuentra encaminada a conocer y actuar sobre la naturaleza y el destino (ciencia), a ofrecer una serie de consejos sobre moral y conducta (didactismo), a sentar las bases de una organización social fundamentada en el bien común (obras legales) y a proporcionar los pilares de una identidad colectiva y de una conciencia histórica (historiografía.

 

Su gran legado: la Escuela de Traductores de Toledo

En ese anhelo por el saber y su difusión, el Rey Alfonso X patrocinó la Escuela de Traductores de Toledo, un punto clave entre las tres culturas predominantes de la época medieval.
Durante los siglos XII y principios del XIII, en Toledo se concentrará una importante actividad traductora. En realidad, no se trató de una escuela institucionalmente organizada, sino más bien de un movimiento de intensa actividad traductora. El Rey Sabio vio la necesidad de traducir al latín y al castellano la herencia cultural de la época. Por ello se tradujeron numerosos escritos científicos y filosóficos del árabe (deudores de la ciencia griega) al latín.
Continuando la empresa que empezó el arzobispo Raimundo (1125-1152) de la traducción del árabe al latín y al castellano, la labor del Rey Alfonso X representará el último y más crucial eslabón de la cadena de traducción, de difusión del saber y el legado cultural por el que este Rey se ganó el título de Rey Sabio.

 

 

Una curiosidad: La tapa

Su labor y su obra es extensa y su mérito está reconocido ampliamente y de ahí el sobrenombre de “El Sabio” y además , como curiosidad” se le suele asociar a la creación de algo tan típico de este país como es la tapa: “Se atribuye al Rey la orden de que se sirviera con la bebida en todos los mesones de Castilla una pequeña porción de comida, habitualmente cecina o queso, los que Cervantes denominaba llamativos de la sed y Quevedo avisillos, en el siglo XX llamados tapas, a fin de retardar la embriaguez e impedir las peleas y disgustos provocadas por esta al salir de las tabernas, ventorrillos y fondas.”

 

 


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