Por el día internacional de la capa de ozono, se realizó una actividad medioambiental, donde se completó por los cinco sentidos.  desde el grupo de jóvenes norte y sur, se realizó una actividad medioambiental, donde se completó por los cinco sentidos. Por esa razón la hemos llamado así, “NATURALEZA EN LOS CINCO SENTIDOS”. 

¿Cómo comenzó la actividad?

Nuestra actividad da comienzo la mañana soleada del 17 de septiembre a las 12h, donde nuestro punto de encuentro es el metro Lago.

Allí nos encontramos con Gema, quien con mucha delicadeza, cariño, alegría y paciencia, nos muestra con gran sabiduría algunos de los rincones de la gran casa de campo. 

Para empezar, bajamos hasta el Arroyo Meaques, afluente del Manzanares, en el que desemboca por la derecha.

Pasado el puente vemos algo muy curioso, “la fuente de los neveros” construida durante la Segunda República en el año 1933. La denominación neveros, se debe a la existencia de pozos de nieve, existentes en la zona que recolectaban nieve en los meses de invierno para su comercialización posterior en los meses de verano. 

Desde allí, sale una senda botánica, que invita a seguir, pero frenando nuestras ganas de adentrarnos en ella. Nos paramos en el mapa de la gran casa de campo y aprendemos algo de su historia. 

La casa de campo es un gran pulmón verde de la capital, tiene más de 1.700 hectáreas, duplica en superficie al Bois de Boulogne de París, es cinco veces más grande que el Central Park de Nueva York y seis veces más extenso que el Hyde Park de Londres. Podrían ser 3.000 campos de futbol juntos.

Es el parque más grande de la ciudad de Madrid, fue declarado Bien de Interés Cultural en 2010, y dentro de sus límites aloja un parque de atracciones, un zoo, recintos feriales, restaurantes, un teleférico y el conjunto ganadero de la Venta del Batán.

Originalmente eran las fincas que rodeaban a Madrid en la Edad Media, había agrícolas que estaban cerca de la villa y suministraban alimentos y leña a sus habitantes. Posiblemente San Isidro labrador trabajase allí, para la familia Vargas, quien era dueña de esas tierra por aquel entonces.

Los Vargas administraron y explotaron la finca hasta 1562, cuando el rey Felipe II la compró buscando una salida natural desde el Real Alcázar (que ocupaba el espacio del actual Palacio de Oriente) hacia el monte de El Pardo. Desde ese momento pasó a ser una posesión real, de acceso limitado a la Corte y a los invitados del Rey y su familia.

¿Qué más cosas aprendimos?

El Lago, es el punto más singular de la Casa de Campo, el más conocido. El lugar favorito de muchos madrileños para el ocio y el deporte, con sus más de ocho hectáreas es la mayor superficie de agua embalsada de la capital. Felipe II, gran aficionado a la pesca, mandó unir dos de los cinco lagos que tuvo la finca para practicar su afición.

El estanque resultante es, prácticamente, el mismo que vemos ahora. Otro de los lagos, ya desaparecido, se utilizaba en invierno para patinar y ocupaba el espacio donde actualmente se halla la llamada, por ese motivo, Glorieta de Patines.

Una vez pasado el lago nos adentramos en el bosque, para disfrutar de cada rincón de la Casa de Campo hay que pasearla con tranquilidad, dejar los móviles de lado y conectar realmente con la naturaleza. Durante nuestro recorrido, pudimos ver, conejos, pájaros carpinteros, madrigueras, pinos, encinas…

Lo realmente impresionante de la casa de campo es, el encinar del pie de sierra, que es lo más bonito que tenemos en Madrid, es algo espectacular.

Se puede disfrutar de la fauna. Además de ser un bien cultural, el gran parque es un importante refugio de fauna autóctona: dentro de sus límites hay 134 clases de vertebrados. Entre ellas, 100 especies de aves, desde el jilguero al águila imperial.

Esta majestuosa rapaz no está en el parque, pero se puede ver pasar proveniente del monte de El Pardo. También tienen presencia otras especies como el búho real o cigüeñas y gaviotas, que hacen un alto en el Manzanares, y mamíferos como jabalíes, zorros, conejos y murciélagos.

Desde unos de los miradores pudimos contemplar, la tranquilidad del bosque, con un fondo de ciudad,  donde se puede ver, la catedral de La Almudena, la torre de Madrid, el edificio de España, el teatro Real, La colegiata de San isidro, La iglesia de San Andrés o la Basílica de San Francisco el Grande. 

En este mirador realizamos la abrazoterápia, (una conexión de energía con los árboles). Y para finalizar nuestra visita, fuimos a ver una charca verde, donde los renacuajos saltan sin parar y las libélulas vuelan haciendo un paisaje de los más libre y natural. 

Por último, fuimos al centro de educación ambiental, donde nos encontramos una maqueta de la casa de campo y una exposición de naturaleza y aves. 

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