Los golpes de calor es una emergencia médica que ocurre cuando el cuerpo no puede regular su temperatura interna, superando los 40 °C. En entornos laborales, especialmente en actividades al aire libre o en espacios con alta temperatura y poca ventilación, este riesgo se incrementa notablemente. No solo pone en peligro la salud del trabajador, sino que puede tener consecuencias mortales si no se actúa a tiempo.
Importancia del cuidado en el trabajo
Cuidar la salud de las y los trabajadores frente a las altas temperaturas no es opcional: es una necesidad vital. El calor extremo afecta la capacidad de concentración, provoca agotamiento y puede desencadenar mareos, desmayos o incluso fallos en órganos vitales. Esto no solo implica riesgos personales, sino que también incrementa la probabilidad de accidentes laborales.
Prevenir los golpes de calor no se trata solo de “beber agua”, sino de implementar medidas sistemáticas que protejan a las personas trabajadoras. Entre ellas:
- Descansos programados en áreas frescas o con sombra.
- Provisión de agua potable en cantidad suficiente y de fácil acceso.
- Ajuste de horarios para evitar labores intensas en las horas de mayor radiación.
- Capacitación para que todo el personal reconozca los síntomas y actúe rápido.
Obligación de las empresas
En la mayoría de legislaciones laborales, la empresa tiene el deber legal de garantizar condiciones seguras y saludables. Esto incluye la prevención de riesgos derivados del calor extremo. No basta con advertir a los trabajadores; es obligación implementar medidas preventivas, proporcionar los recursos necesarios y organizar el trabajo de manera que minimice la exposición.
La omisión de estas medidas puede acarrear sanciones económicas, responsabilidades legales e incluso penales si se demuestra negligencia. Más allá de la ley, se trata de una responsabilidad ética: ninguna tarea vale la vida o la salud de una persona.
Cultura preventiva
La prevención de golpes de calor requiere una cultura laboral que ponga a las personas por encima de la productividad. Esto significa escuchar las alertas del personal, adaptar procedimientos y estar atentos a las condiciones climáticas. Un trabajador protegido rinde más, comete menos errores y se siente valorado por la empresa.
El cuidado frente al calor no es un gasto, sino una inversión en salud, seguridad y rendimiento. Las empresas tienen la obligación —legal y moral— de garantizar entornos seguros, y la prevención de golpes de calor debe ser una prioridad absoluta durante la temporada de altas temperaturas.
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