El pasado 5 de diciembre pasamos una mañana en El bosque de los Cuidados.
Efectivamente, El Bosque de los Ciudadanos se enriqueció con la energía y el cariño de un grupo de veintiséis alumnos y alumnas de español de la Oficina Municipal de Inmigración. Con la ayuda de Raúl y Alberto, nuestros expertos municipales, las personas participantes en esta actividad plantaron 20 alcornoques, pequeños gigantes que crecerán junto a ellos, recordándoles este día especial.
Cada árbol lleva consigo una historia única. Un joven recordó a su madre, una trabajadora de la tierra, quien le enseñó a amar la naturaleza. Una abuela, emocionada, compartió su deseo de contar a su nieta que había plantado un árbol en este parque. Y una pareja, esperando un bebé, plantó su árbol como símbolo de su nueva familia.
Más allá de las palabras, vimos en cada rostro la satisfacción de un trabajo bien hecho. La azada, herramienta sencilla pero poderosa, unió a personas de diferentes orígenes en un objetivo común: cuidar de nuestro entorno.
Plantando un árbol estamos sembrando esperanza para el futuro. Este acto nos conecta con la naturaleza y nos recuerda que, más allá de nuestras diferencias, todos somos parte de un mismo planeta. La tierra, con su generosidad infinita, nos ofrece un espacio para crecer, aprender y compartir.
En este bosque de los ciudadanos, las raíces de los árboles se entrelazan con las historias de quienes los plantaron. Un lugar donde la diversidad cultural florece y donde todos encontramos un hogar.